jueves, 5 de agosto de 2010

Don Juan Facundo Quiroga Poema

Don Juan Facundo Quiroga, General de mucho bando, Que tuvo tropas de líneas Muchos pueblos a su mando.
Hombre funesto y terrible Que fue el terror de Los Llanos, Era feroz, sanguinario, Bárbaro, cruel e inhumano.
Tenía por apodo "El Tigre", Por su alma tan alevosa, Por su presencia terrible y su crueldad espantosa.
Salta, Tucumán, Santiago, Se hallaban desavenidos. Marchó Quiroga a arreglarlos Para dejarlos unidos.
Al partir le dice al pueblo Como algo que ya presiente: Sí salgo bien, volveré, Si no ¡Adiós, para siempre!
Al ausentarse Quiroga Ya le anunciaba el destino Que había de perder la vida, En ese largo camino.
Llevaba por compañero A su secretario Ortiz, Y apuraba la galera En aquel viaje infeliz.
A pocas horas de andar En un arroyo fangoso, Se le agarró la galera, Y allí se puso penoso.
Acude el maestro de posta, Mas no pudiendo salir, Al maestro mismo, Quiroga, A las varas lo hizo uñir.
Al fin pudieron zafar, Y como una exhalación Cruzaba el coche la pampa, Sin hallar interrupción.
En cada posta que llega, Pregunta muy afligido La hora que ha pasado un chasqui De Buenos Aires venido.
Le contestan que hará una hora, Entonces, con duro acento, ¡Caballos!, les pega el grito, ¡Sin pérdida de momento!
Y su marcha continúa, Mas quiso también el cielo, Molestar a ese bandido Que había ensangrentado el suelo.
Durante tres días seguidos Le hace llover permanente; Se pone el camino horrible Convertido en un torrente.
Al entrar en Santa Fe, Se le aumenta su inquietud Y en desesperada angustia, Se pone con prontitud.
Le avisan que no hay caballos En la "Posta de Pavón" Y que el maistro estaba ausente, Para mayor confusión.
Sufre una horrible agonía Al prever una parada, Y grita ¡Traigan caballos! Con una voz angustiada.
Causaba asombro de ver En este hombre tan terrible, Ese extraño sobresalto Donde el miedo era visible.
Después que logran marchar Dice, viendo para atrás: -"Si salgo de Santa Fe No temo por lo demás."
Al pasar el río Tercero Todos los gauchos acuden, A ver a ese hombre famoso, Tal vez que en algo le ayuden,
De alli lo hicieron pasar Casi alzando la galera. Por último, llega a Córdoba, Donde Reinafé lo espera.
Estando en la posta ya, Pidiendo a gritos caballos, Ha llegado Reinafé, Solícito a saludarlo.
Quiroga a las nueve y media Había a este punto llegado, No encontró caballo pronto, Por su arribo inesperado.
Muy amable Reinafé Lo invitaba atentamente: -Pase en la ciudad la noche, Lo atenderé dignamente.
Pero el salvaje Quiroga, Sin ninguna educación, Dice: ¡Caballos preciso, Para mejor atención!
Viéndose así Reinafé, Por ese hombre, despreciado, Se regresó a la ciudad Enteramente humillado.
Le llevaron los caballos A las doce de la noche, Hora en que siguió su viaje Con Ortiz dentro del coche.
Al fin Quiroga llegó, A Tucumán y Santiago, Arregló todas las cosas Y emprende su viaje aciago.
¡A Córdoba! pega el grito, Y los postillones tiran, Resuenan los latigazos Y los caballos se estiran.
Quiroga lo sabe todo, Hasta el peligro salvado, Sabe el grande que le espera Del enemigo burlado.

Se reanuda la lucha en la Tablada

Al ver que Quiroga, con las pocas fuerzas de caballería que le quedan, se interna en un espeso monte, Paz lo considera definitivamente vencido y ordena que sus tropas marchen sobre la ciudad de Córdoba, donde están la infantería y la artillería de aquél, para retomarla. Pero Facundo aún no se considera vencido, y pronto va a dar pruebas de ello.En horas de la noche, mientras los soldados del general Paz festejan una victoria que aún no lograron por completo, Quiroga abandona el bosque con su caballería, manda salir la artillería y la infantería que tiene en la ciudad, se coloca al frente de todos los efectivos y se dispone a librar una batalla en cuyo éxito nadie puede creer, razonablemente.

Comienza la batalla de la Tablada

El 22 de junio de 1829, las fuerzas de Paz y Quiroga se disponen para dar comienzo a la batalla de la Tablada. El primero de ellos encierra a sus tropas en un gran corral con espesos cercos, en el que manda abrir tres grandes brechas. El segundo espera con sus fuerzas tendidas en línea de batalla, en campo abierto.Tan pronto como Facundo se convence de que el enemigo está dispuesto a librar batalla, se mueve con la vertiginosa rapidez y violencia que le son características y, aprovechando la superioridad numérica de que dispone, despliega su línea, envolviendo a la de Paz en toda su extensión y por ambos costados.Es la iniciativa y la resolución del jugador la que actúa. Todo o nada. Es la apuesta integral; absoluta. Un claro y terminante grito, digno de Facundo "¡Copo la banca!"En un momento, el ala derecha del ejército de Paz, que está al mando del coronel Lamadrid, es arrollada y perseguida hasta el sitio mismo en que se encuentran la artillería y la infantería. La caballería de Facundo resulta incontenible. Se lanza inclusive sobre los cañones, los enlaza y los arrastra.La batalla de la Tablada parece haberse resuelto en esta primera carga. Pero, en realidad, recién comienza. Los milicianos ubicados en el ala derecha de Paz, que son los que reciben el fuerte golpe inicial, se desbandan, abandonan el campo de batalla y propalan a los cuatro vientos que se pierde todo.

El "manco" Gral. Paz.

Cuando amanece, Paz se dispone a iniciar el combate. Monta a caballo para hacer personalmente el último reconocimiento, y descubre que el ejército de Facundo no está a la vista.En el primer momento, el general Paz se desconcierta. Después se desespera, porque comprende que ha caído en una trampa preparada por Facundo. Quiere movilizarse en el acto, pero los jefes a sus órdenes le advierten que la tropa no ha comido, que los caballos no toleran una nueva y dilatada marcha.

Gral. Paz

Enterado de la ubicación de su enemigo, el general Paz avanza violentamente, de día y de noche, a pesar de que las lluvias convierten los caminos en verdaderos lodazales y que sus tropas van rendidas de cansancio. Lo guía el propósito de resolver el problema cuanto antes, en un solo combate, especialmente porque la ciudad de Córdoba, que queda a sus espaldas, no tiene suficientes medios de defensa. Llega por fin, tras grandes sacrificios, a la margen del río Tercero, cuando ya es de noche. Se preparan para atacar al enemigo, que está en la orilla opuesta, al amanecer el día siguiente.

Vísperas de la tablada

En su marcha para enfrentarse con el general Paz, Facundo acampa en las inmediaciones de Río Cuarto, población que el enemigo no parece dispuesto a defender. Su ejército, en estos momentos, está compuesto por unos cinco mil hombres, entre riojanos, catamarquefios, puntanos, mendocinos y corbodeses, pues los sanjuaninos, sublevados en el camino contra sus propios conductores, han regresado al punto de partida. Para castigar a los autores de esta sedición Quiroga manda al coronel Félix Aldao, quien una vez en San Juan procede violentamente contra los cabecillas del motín, la mayoría de los cuales es pasada por las armas.Además de los Aldao, que mandan los efectivos de Mendoza y San Luis, van junto a Quiroga el general Bustos, ex gobernador de Córdoba, y el coronel Figueroa Cáceres, gobernador de Catamarca.Desde Río Cuarto el ejército federal avanza hasta el Salto del río Tercero, donde se detiene en medio de un fuerte temporal de lluvia y viento.

Confederación

El control de la Confederación Argentina pasó a estar en manos de los federales. En particular, de Rosas, López y Quiroga. Mientras Rosas logró mantener buenas relaciones con ambos, Quiroga y López comenzaron a tener problemas. En primer lugar, Quiroga pretendía tener algún derecho sobre Córdoba, donde López había nombrado un gobernador a un federal de su mayor confianza, José Vicente Reinafé, que junto con sus hermanos formaba un clan que gobernaría la provincia por algo más de tres años. También tuvo problemas por un caballo, que había sido de Facundo pero estaba en poder de López.Quiroga pasó los siguientes años en Buenos Aires, donde desempeñó un papel relevante: allí se debatía si el país debía darse o no una Constitución federal. Quiroga era partidario de una rápida organización nacional, pero otros caudillos — especialmente Rosas — no estaban de acuerdo, ya que sostenían que aún debía esperarse a que maduren las condiciones. Las ideas constitucionales de Quiroga aparecen expuestas en la carta que le enviara a Pío Isaac Acuña, destacado dirigente del partido federal catamarqueño y presidente de la Sala de Representantes de esa provincia.

Notas

Algunos autores consideran que Quiroga estaba preso por razones políticas, y lo que usó fue un asta, según propia declaración en el archivo de San Luis. No está claro de qué clase de asta hablaba, si la de una bandera o un cuerno de vaca (chifle) de los que se usaban para transportar pequeñas cantidades de agua.
Parte del dinero destinado al proyecto de minas en La Rioja fue desviado a financiar el ejército de Lamadrid, en su política agresiva de interferencia en los asuntos internos de la provincia de Catamarca; y, por ende, de ataque a los gobiernos aliados del partido federal catamarqueños — el de La Rioja, entre ellos.

Sus acciones

.La Rioja, 1793 - Barranca Yaco, 1835) Militar y político argentino. Reveló desde niño una audacia y temeridad notables. En 1806 sus padres lo enviaron a Chile con un cargamento de granos y el joven Facundo se jugó el producto de la venta y lo perdió. Trabajó como peón en una estancia en Plumerillo y los acontecimientos de Mayo de 1810 lo sorprendieron en Buenos Aires.
Allí fue enrolado en el regimiento de Arribeños. Tenía condiciones para el mando pero no para someterse a la rígida disciplina militar, por lo que desertó. Hacia 1816-1818 se desempeñó como capitán de milicias adiestrando reclutas, capturando desertores, organizando milicianos para los ejércitos de la patria y participando en algunas acciones contra los españoles.