jueves, 29 de abril de 2010

Intuición

Los desaciertos de los unitarios, empeñados en organizar el país en un sistema de centralismo y la torpe política de Rivadavia le hacen comprender que los hombres como él deben defenderse para no ser barridos. Le informan que Rivadavia ha concedido la explotación del Famatina a una compañía inglesa que él mismo ha promovido; con el pretexto de la guerra con Brasil, Lamadrid, que fue enviado por el Congreso a Tucumán para enganchar soldados, ha derrocado al gobernador federal y se prepara a liquidar todas las situaciones provinciales que pueden resistir el plan unitario. El cordobés Bustos, el santiagueño Ibarra y el riojano Quiroga serán los primeros destinatario del golpe, todos lo saben pero el Congreso aparenta ignorarlo.
Quiroga intuye que los pueblos desprecian ese régimen que ataca la religión tradicional, roba fuentes de trabajo al interior, agrede las autonomías conquistadas el año 20 y estafa los anhelos de Constitución. Se lanza sobre Tucumán. En la primera campaña fuera de su provincia que afirmará el naciente mito de Facundo. En pocas semanas deshace al gobernador de Catamarca (aliado de
Lamadrid), y derrota al jefe unitario en el Tala. Luego ocupa Tucumán por uno o dos meses para retornar hacia Cuyo.

jueves, 22 de abril de 2010

Versiones

Los escritos de Quiroga resultan muy interesantes. Poseía un estilo elegante y directo; y, como demuestra el final de la carta a Lamadrid arriba citada, evitaba las formalidades inútiles, algo muy raro en su época.
Otra curiosidad suya era el conocimiento que tenía de La Biblia, de la cual lograba citar de memoria páginas enteras.
La rivalidad entre López y Quiroga tuvo visos muy singulares: Quiroga poseía un caballo negro predilecto llamado "El Moro", del cual se decía que adivinaba si vencería o no en la batalla. En cierta ocasión, "El Moro" — del cual se había apropiado Lamadrid — fue encontrado en Córdoba por hombres de Estanislao López, quien se apropió del animal. Quiroga elevó enérgicas protestas y amenazó con una guerra abierta a López. Rosas medió entre ambos, aunque nunca se logró la devolución del caballo. Aprovechando la situación, López afrentó nuevamente a Quiroga, diciéndole que "El Moro" era un "matungo", un caballo de poco valor.

jueves, 15 de abril de 2010

Carta de Facundo Quiroga a Juan Manuel de Rosas

Los caudillos asumirían un rol de intermediación con respecto al pueblo soberano, que las minorías ilustradas de las ciudades no podrían alcanzar. Su autoridad devendría de su condición de héroe, de arquetipo humano y, al mismo tiempo, de compartir la aguerrida y dura vida militar con sus subordinados, al margen de las fracciones ideológicas que regían la época. En las presentes correspondencias, el debate gira en torno a la necesidad o no de constituir una Comisión Representativa que moderaría el poder de los gobernadores porteños frente a las demás provincias y en las diferencias entre ambos caudillos.


Tucumán, enero 12 de 1832

SEÑOR DON JUAN MANUEL DE ROSAS:

Amigo de todo mi aprecio: contestando a su favorecida del 14 de diciembre digo a usted: que el no haberle dicho nada del parecer que me pedía en su apreciable de 4 de octubre con respecto a la formación de la Comisión Representativa y de la oportunidad para la reunión del Congreso, fue creyendo que mi silencio mismo le debía hacer entender el motivo; pero ya que no lo ha comprendido se lo explicaré claro y terminante. Usted sabe, porque se lo he dicho varias veces, que yo no soy federal, soy unitario por convencimiento; pero sí con la diferencia de que mi opinión es muy humilde y que yo respeto demasiado la de los pueblos constantemente pronunciada por el sistema Federal; por cuya causa he combatido con constancia contra los que han querido hacer prevalecer por las bayonetas la opinión a que yo pertenezco, sofocando la general de la República; y siendo esto así, como efectivamente lo es, ¿cómo podré yo darle mi parecer en un asunto en que por las razones que llevo expuestas necesito explorar a fondo la opinión de las provincias, de las que jamás me he separado, sin embargo, de ser opuesta a la de mi individuo? Aguarde pues un momento, me informaré y sabré cuál es el sentimiento o parecer de los pueblos y entonces se lo comunicaré, puesto que es justo que ellos obren con plena libertad, porque todo lo que se quiera, o pretenda en contrario, será violentarlos, y aun cuando se consiguiese por el momento lo que se quiera, no tendría consistencia, porque nadie duda de todo lo que se hace por la fuerza o arrastrado de un influjo no puede tener duración siempre que sea contra el sentimiento general de los pueblos(...)Saluda a usted con la consideración que acostumbra, su amigo afectísimo que besa su mano.

JUAN FACUNDO QUIROGA

jueves, 8 de abril de 2010

Un caudillo federal

Establecido el gobierno federal, aumentó su fortuna mediante la concesión obtenida del gobierno local, en conjunto con los grupos riojanos y porteños, para explotar las minas de cobre y plata de la región, y de esta manera poder acuñar moneda propia en 1821 hasta 1823, de estilo macuquina y de diferentes denominaciones — 1/2R; 1R; 2R y de 4R — en 1824 empezó a copiar el formato de las del año XIII, y debido a su gran éxito y aceptación riojana, trascendió las fronteras provinciales, extendiéndose a todas las Provincias del Río de la Plata (1824 - 1837), también de diferentes denominaciones — reales y soles de plata: 1R; 2S; 4S; 8R, y escudos de oro: 2E; 8E — .
Cuando el ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires,
Bernardino Rivadavia, licita esas minas a inversores británicos, sobre las cuales no tenían derechos, más la leva forzada realizada por el general Gregorio Aráoz de La Madrid en Tucumán y Catamarca para la Guerra del Brasil, y el tratado realizado por el gobierno de Buenos Aires (como Representante de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina) con Gran Bretaña por el cual se establece la libertad religiosa, deciden tomar partido en la lucha entre unitarios (partidarios de un gobierno liberal fuerte establecido en Buenos Aires) y federales. En parte como excusa, llevó en sus campañas la bandera de Religión o Muerte, como manifestación de oposición a la política religiosa de Rivadavia.
Por su parte, Rivadavia fue electo presidente por el
Congreso General de 1824, aunque sin una constitución que lo avalara. Su política fue decididamente centralista, y pretendió imponer su voluntad por la fuerza a los gobiernos provinciales opositores.[7]
Hasta ese momento, Facundo era más bien un militar destacado, con alguna inclinación a imponer su voluntad sin consideraciones, pero de ninguna manera un caudillo violento o sanguinario. No se inclinaba hacia el federalismo ni hacia el unitarismo. Más tarde declararía que era unitario por convicción, pero que se hizo federal porque esa era la voluntad de los pueblos.
En la
provincia de Catamarca estuvo por iniciarse un enfrentamiento interno en 1825 que se pudo evitar por la mediación de Quiroga, saliendo de garante entre el gobernador Manuel Antonio Gutiérrez y sus opositores. Pero éste último violó el acuerdo, reiniciando la guerra civil y llevando en su contra al caudillo riojano. Éste invadió Catamarca y lo derrocó, casi sin luchar. Pero el gobernador depuesto llamó en su ayuda a Lamadrid — que se había apoderado del gobierno de la provincia de Tucumán — reponiéndolo en el mismo. Entonces Quiroga volvió sobre Catamarca nuevamente, expulsando a Gutiérrez, y luego siguió camino hacia Tucumán, adonde derrotó a Lamadrid en la batalla de El Tala, el 27 de octubre de 1826. Lamadrid fue dado por muerto, por lo que Quiroga se retiró.
De allí pasó a
San Juan, donde aseguró el poder para el partido federal, colocando en el gobierno a un pariente suyo. Ese mismo año de 1826, el Congreso sancionó una constitución unitaria, a la que la mayor parte de las provincias se opuso. Sólo Salta y Tucumán aprobaron esa constitución. Se dijo que el enviado por el Congreso para presentar la constitución a Quiroga se encontró con éste en San Juan, donde lo encontró recostado sobre su recado bajo un toldo de cuero, en un campo de alfalfa. Sin levantarse, garabateó en la primera hoja Despachado, y envió al diputado porteño de regreso a Buenos Aires.
Cuando supo que Lamadrid había sobrevivido y nuevamente ocupaba el gobierno de Tucumán (y Gutiérrez el de Catamarca), y que además había invadido
Santiago del Estero, volvió a invadir Tucumán, pasando por Santiago. Derrotó por completo a Lamadrid en la batalla de Rincón de Valladares, el 6 de julio de 1827. Impuso una fuerte contribución a la provincia para resarcirse de los gastos que le habían obligado a hacer. Como la legislatura quiso evitar esa indemnización, le escribió:
"... si no se me satisface antes de las dos horas de este día, me haré pagar, no la suma de 24000 pesos, sino todos los gastos que he hecho, y todas las pérdidas que he sufrido en mis negocios. Cuidado, pues, no haya equivocación. Las generosidades tienen sus límites... pasada la hora mencionada, sin haber recibido la pequeña suma que pido, empezaré a hacer sentir inmediatamente los estragos de la guerra."
Cobró lo exigido sin problemas, y colocó un gobierno federal en Tucumán. La batalla de Rincón aceleró la renuncia del unitario Rivadavia al gobierno nacional, y desde entonces controló la política de las provincias de
Cuyo, La Rioja y Catamarca, y tuvo una fuerte influencia sobre Santiago del Estero y Córdoba.

El tigre de los Llanos

Hijo de José Quiroga, un hacendado sanjuanino que migró a la norteña provincia de La Rioja (Argentina), estableciendo su estancia en el sureste de La Rioja, en la zona llamada Los Llanos, y que varias veces ejerció como comandante de las milicias de la zona. Su educación fue relativamente buena, para las oportunidades que ofrecía la provincia.
Hacia
1815 viajó a Buenos Aires, donde recibió alguna formación militar por un breve período. En 1817 fue nombrado jefe de las milicias de la comarca, con el grado de capitán, y participó en las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y enviando ganados al Ejército del Norte y al Ejército de los Andes. En particular, colaboró con el comandante Nicolás Dávila, segundo jefe de la columnna del Ejército de los Andes que liberaría Copiapó.
Según su enemigo – y lejano pariente –
Domingo Faustino Sarmiento, Facundo Quiroga comenzó a ser famoso por dos hechos: encontrándose a campo traviesa fue perseguido por un "tigre" (yaguareté) que le obligó a tomar refugio en la copa de un algarrobo, auxiliado por unos gauchos, Quiroga mató al "tigre" y recibió el célebre apodo. Lo más probable es que este hecho sea inventado.
El otro hecho, este sí históricamente comprobado, ocurrió el año
1819, en la ciudad de San Luis, donde permanecía prisionero por una causa menor (acaso una riña) junto a más de una veintena de altos oficiales realistas. De ahí que, tras un peligroso motín organizado por estos últimos, Quiroga luchó y mató a varios de ellos, usando como maza los mismos grillos que llevaba puestos. Aquel terrible suceso se conoció, desde ese entonces, como la Matanza de San Luis, localidad en donde fueron asesinados buena parte de la alta oficialidad realista de Chile.
Hasta entonces el poder en el territorio de la provincia de La Rioja se encontraba disputado por dos antiguas familias terratenientes: la de los Ocampo y la de los Dávila. En esa contienda, Quiroga apoyó al gobernador
Francisco Ortiz de Ocampo, pero tras su derrota frente a un grupo de rebeldes venidos de San Juan, ex miembros del Ejército de los Andes transformados en montoneros, resultó determinante para el derrocamiento de Ocampo y su reemplazo por Nicolás Dávila. Reforzó su poder militar incorporando a los "Auxiliares de los Andes" a sus fuerzas.
Sin embargo, luego de acceder al gobierno provincial, los Dávila desconfiaron de Quiroga por el prestigio que éste había obtenido entre la población. Tras eliminar en un duelo a
Miguel Dávila en la batalla de El Puesto, Facundo Quiroga accedió al gobierno provincial. Si bien renunció a éste unos meses después, desde entonces se mantuvo como el caudillo indiscutido de los riojanos.

Su historia de vida

Juan Facundo Quiroga. Nació en San Antonio, provincia de La Rioja, Argentina, 1788 y murió en Barranca Yaco, Córdoba, Argentina, 16 de febrero de 1835. Fué un caudillo argentino de la primera mitad del siglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras intestinas en su país, posteriores a la declaración de la independencia; fue apodado El Tigre de los Llanos tanto por sus amigos como por sus enemigos.